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El viaje, una búsqueda de lo absoluto.

Es hora de partir.

Cuidadosamente embalado y perfectamente protegido, una obra maestra está a punto de llegar a su nuevo destino, ya sea la casa de un coleccionista o el museo que va a exponerla en breve. Antes de eso, tendrá que cruzar las fronteras (a veces) o incluso los océanos.

En otro lugar, una estatua monumental es izada sobre un camión antes de coger la carretera camino a la galería que va a exponerla en breve.

Los medios desplegados para transportar cada obra se asemejan a la búsqueda de lo absoluto, la de riesgo cero. En Europa, las obras viajan en camiones climatizados equipados con amortiguación reforzada para llevarlas con el máximo cuidado. Los vehículos están equipados con alarma y sistema de localización geográfica para garantizar una seguridad óptima.

Fuera de Europa, los viajes de larga distancia se realizan en avión con cajas a medida. Por último, en los países de destino, los socios especializados en obras de arte garantizan el paso de las pinturas, esculturas y otras joyas artísticas por la aduana. Y esto, en todos los continentes.

Con Vulcan, cada transferencia de un punto de la tierra a otro sintetiza todas estas precauciones finales. Para que el tiempo de viaje sea superlativo.

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